Tener 30 años y seguir viviendo en casa de tus padres. Hace años esta afirmación era impensable. Acababas la carrera, empezabas unas prácticas y a los pocos meses, si todo iba bien, te ofrecían un puesto de trabajo con ellos.
Captaban el talento y sabían apreciar lo que tenían, no lo dejaban escapar. Pero ahora todo ha cambiado y conseguir un puesto fijo ya no es tarea fácil. Las cosas se han complicado un poco más. Los sueldos han bajado y los jóvenes no pueden ahorrar. Toca vivir al día, sin pensar en lo que pueda venir después.
Salarios bajos, inestabilidad laboral y los altos precios de la vivienda hacen que salir de casa de sus progenitores sea tarea imposible. Un paso más hacia atrás en una sociedad cuya juventud ha perdido cualquier tipo de esperanza.
Y a pesar de que la crisis del Coronavirus ha hecho que los precios de la vivienda desciendan ligeramente son muy pocos los jóvenes que se lanzarían a la piscina y comprarían una casa en estos tiempos que corren. Influye también y mucho la situación que estamos viviendo.
Nadie se atreve a desembolsar grandes cantidades de dinero ya que a día de hoy continúa reinando la incertidumbre en todo el mundo y la economía española preocupa y mucho. ¿Están los jóvenes mentalizados de que tendrán que seguir viviendo en casa de sus padres durante una larga temporada? ¿Cómo afecta eso también en su forma de vida? ¿Por qué les ha tocado vivir ya dos crisis económicas?
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LOS PRECIOS BAJAN LIGERAMENTE PERO LOS PRECIOS SIGUEN SIENDO DESORBITADOS
Porque tienen la soga al cuello. Quieren pero no pueden y, en ocasiones, son los familiares los que tienen que darles ese empujón y ayudarles a que se independicen, eso sí, de alquiler.
Comprar una casa a día de hoy es un lujo que muy pocos se pueden permitir y compartir gastos se ha convertido en una de las opciones más viables ya que uno solo no puede hacerse cargo de todos los pagos de una casa.
Y vamos ahora con los ejemplos. En ciudades como Barcelona, la más cara para adquirir una vivienda, el precio del metro cuadrado se sitúa en 2.960 euros mientras que en otras ciudades como Sevilla está a 1.252 euros. En la capital el precio medio ronda los 2.500 euros.
Y es que a pesar de la bajada de los precios comparándolo con el primer trimestre de 2019 continúa siendo impensable el hecho de que una persona menor de 30 años pueda permitírselo. Además que habrá que tener en cuenta también los sueldos que tenemos hoy en día, ya no son como los de antes.
Pero es que además el precio del alquiler también está por las nubes y un piso más o menos decente, en una buena ubicación, también se convierte en un quebradero de cabeza para muchos. Porque, por ejemplo, alquilar un piso entero en el barrio madrileño de Chamberí de media nos puede costar unos 1.100 euros. Y volvemos a repetir lo mismo: no pueden pagarlo. Por eso se ha puesto de moda compartir gastos pero… ¿hasta qué edad estamos dispuestos a buscar compañeros de piso?
HA LLEGADO LA HORA DE VOLAR Y ESTA VEZ… SOLOS
Porque los que salen de casa a los 18 años lo saben. Cambiar de ciudad para estudiar es una experiencia única e irrepetible pero… ya hemos superado con creces esa mayoría de edad y no estamos en la facultad. Hemos dado varios pasos hacia delante y el hecho de tener que compartir piso con desconocidos nos chirría un poco.
Necesitamos nuestro propio espacio y además, queremos algo propio, no nos vale con cualquier cosa. Ya va siendo hora también que el esfuerzo de estos jóvenes tenga también su recompensa.
Que nuestro nombre aparezca en el buzón puede parecer lo más insignificante del mundo pero adquiere un valor especial cuando nos entregan las llaves de nuestra primera casa. Aquellos que hayan podido experimentar esta sensación lo saben.
Y después viene la elección de los muebles, el color de las paredes, los electrodomésticos y los cuadros que queremos que decoren las estancias principales de nuestro dulce hogar.
Y los últimos datos que conocimos son verdaderamente preocupantes. Solo el 18,5% de la población activa española entre 16 y 29 años consiguió emanciparse. Y no será por ganas sino por falta de sustento. Un problema que habría que atajar ya que tenemos a una generación sobradamente preparada que se está enfrentando a unos sueldos miserables.
¿Cómo? Valorando lo que de verdad tenemos y no dejando que se escapen a otros países y tengamos que verles en esos programas de televisión contándonos lo bien que les va la vida y las escasas posibilidades que tienen de volver a nuestro país.
EL CORONAVIRUS LO HA EMPEORADO TODO
Además, con la situación que estamos viviendo nadie quiere estar lejos de casa. No sabemos si nos tendrán que volver a confinar y, después de más de dos meses de encierro hay quien ha vuelto a casa de sus padres y esta vez lo ha hecho para quedarse.
Por ello muchos han decidido suspender el alquiler y dejar sus pisos en ciudades como Madrid o Barcelona. Además, el teletrabajo ha facilitado la movilidad entre provincias y ya no es necesario estar en la ciudad en la que se encuentra tu puesto de trabajo para ejercerlo.
De ahí que muchos estén aprovechando esta nueva normalidad para irse a sus segundas residencias y trabajar desde allí. Una novedad este año de la que muchos se están aprovechando.
Y después de cinco meses de que Pedro Sánchez decretase el estado de alarma nos volvemos a mirar en el espejo y no nos reconocemos. Nadie se atreve a dar un paso en falso. Muchos han retrocedido y han decidido volver de donde no tenían que haber salido.
Porque las dudas y la inquietud ya nos acompañaban en nuestro día a día y ahora, con una pandemia mundial, no podemos saber lo que pasará. Lo que si podemos predecir es que nuestros jóvenes quieren pero no pueden y ellos no tienen la culpa de que les haya tocado vivir en una época en la que emanciparse es una misión imposible.