Mientras sigue creciendo la desigualdad entre los seres humanos la población mundial sigue aumentando. Las condiciones de habitabilidad, con la excepción de unos pocos entornos privilegiados, no alcanza unos niveles mínimos de dignidad.
La arquitectura popular, basada siempre en la utilización de materiales cercanos, podría ayudar a resolver estos problemas de habitabilidad, sobre todo en entornos aislados.
Pero sin ese conocimiento y sin esa memoria cultural, una población sin ninguna capacidad económica queda expuesta a una vulnerabilidad total, un callejón sin salida en las manos de políticas sociales o ayudas de cooperación. Los sistemas constructivos importados u homogeneizados, a veces impuestos por normativas, lleva a los pobladores a una dependencia total. El irracional consumo del cemento, producido por unas pocas multinacionales, aumenta la dependencia de los lugares más necesitados.
Leer a Ana Asensio –@AnaArquitectura– en El País: Cemento. Petróleo. Independencia.
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